domingo, 7 de noviembre de 2010

De qué va el blog

Éste mi blog lo he creado con la intención de ayudar a todos los conductores de automóvil que quieran perfeccionar su forma de conducir.

Peino canas, llevo muchos años conduciendo a diario más de doscientos kilómetros, he vivido muchas experiencias al volante, tengo formación técnica, una mentalidad observadora y analítica, y espero tener la suficiente capacidad para saber transmitir muchas de las cosas que he aprendido.

Iré añadiendo capítulos, en los que explicaré la que para mí es la mejor y más segura forma de conducir, y a la que yo denomino "conducción activa".

Este blog es para "gente normal" que quiera hacer un "uso normal" de su vehículo, con la mayor seguridad posible para sí mismo y para los demás.

Sólo si os interesa a un número creciente de personas, yo me veré recompensado para seguir escribiendo en él.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Introducción

He tenido que cumplir suficientes años para darme cuenta de lo preciada y maravillosa que es la vida y de su enorme fragilidad. A pesar de ello, muchos de ustedes serán de los que piensan que la vida hay que vivirla de forma intensa para que merezca la pena, y no seré yo quien les diga lo contrario, pero estarán de acuerdo conmigo en que hay pocas cosas con menos sentido que perderla en un accidente de tráfico.

El automóvil, un mal necesario de nuestro tiempo que ha contribuido a mejorar nuestra calidad de vida, es hoy una de las principales causas de mortalidad en los países que se autodenominan “civilizados”, aunque no creo que esta sea una manera muy “civilizada” de morir. Si a esto le añadimos la cantidad de personas que quedan marcadas por esos accidentes y que no figuran en las estadísticas, véase heridos con secuelas físicas, viudos, huérfanos, padres desconsolados,…., nos podremos hacer idea de la magnitud del problema, en resumen un auténtico drama humano que nuestra sociedad tan “civilizada” se encarga de barrer y esconder bajo la alfombra.

No quiero que se me malinterprete, aunque resulte paradójico por lo que acabo de decir, nadie más apasionado que yo por el mundo del motor, al fin y al cabo el automóvil no deja de ser un exponente de los logros de la ingeniería y por tanto, de la inteligencia humana, tampoco hay que desdeñar la sensación que obtenemos desplazándonos a unas velocidades que nuestra propia naturaleza nos ha negado.

Hace poco oí por la radio que a un elevado número de conductores - cuando me refiero a los conductores lo hago de forma genérica, esto es, a conductoras y conductores, no me parece correcto estar repitiendo como una cacatúa el genero femenino y masculino – se les hace muy cuesta arriba lo del coche, y tener que conducir les produce estrés y ansiedad.

Debido a mi situación familiar y profesional he tenido que utilizar el automóvil mucho mas de lo habitual, esto, unido a que soy una persona a la que le gusta conducir, que cuento con una formación técnica y soy buen observador (al menos para los temas que me interesan), me ha proporcionado un buen “saber estar” en la conducción del automóvil, lo que me ha llevado a pensar que todo lo aprendido podría serle útil a otras personas.

Siempre he sido un negado para jugar al fútbol, aunque que siempre he estado practicando algún deporte para mantenerme en forma, mi principal problema en esta disciplina ha sido el no “saber estar” en el campo; por muy buen toque de balón que tengas – que no es mi caso- y por mucho que corras, no te sirve de nada si no estás en el sitio que tienes que estar para recibir un balón, algo así pasa con la conducción de un automóvil, y probablemente esa sea una de las principales causas del malestar al volante de algunos conductores, todo ello unido lógicamente al factor riesgo existente.

No creo que nadie dude a estas alturas del elevado factor riesgo que existe en nuestras carreteras. Los políticos siguen achacando gran parte de la culpa a los propios conductores, al alcohol, a la falta de educación vial, a las carreteras (esto último en menor medida, debido a los votos) y a no se cuantas cosas más, y nos les falta razón, pero la solución a todos esos problemas está muy lejos de solucionarse, así que una postura inteligente a mi juicio es centrarnos en sobrevivir. Dado la cantidad de factores que intervienen en nuestra seguridad al volante hay una única alternativa, lo que yo denomino “la conducción activa”, les puedo asegurar que ésta forma de conducir ha salvado la integridad de mi vehículo y la mía propia en no pocas ocasiones.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La autoescuela y la vida real


El paso por la autoescuela es algo obligado, y allí nuestro sufrido profesor intentará hacer de nosotros algo que diste lo más posible de un peligro público, además de practicar todo lo que el escaso número de horas al volante de, para aprobar el dichoso carnet de conducir.

Una vez en nuestro poder el tan codiciado carné de conducir ya estamos en disposición de circular por nuestras ciudades y carreteras, y es en ese punto donde se pone de manifiesto el gran fallo de nuestro sistema; conocemos las normas de circulación, sabemos hacer moverse a nuestro vehículo, pero la mayoría no tenemos ni la mas remota idea de conducir. El siguiente periodo de aprendizaje lo hemos de completar por nuestra cuenta y riesgo, ya se sabe que “la práctica hace al maestro”, en lo que se diferencia del aprendizaje de un oficio es que en éste caso, mientras aprendemos, jugamos con accidentes de tráfico y nuestra integridad física y la de los demás.

Ya no estamos acompañados y nos enfrentamos a la vida real, sí, a todo lo que no nos contaron en la autoescuela, a ese loco que pasó a 200 km/h a un palmo de nuestro espejo retrovisor, a ese chalado que frenó de repente y sin avisar para coger una salida de la autopista, a ese tío tan raro que se pega literalmente a nuestro parachoques trasero, al despistado que nos deslumbra con las luces largas puestas, a ese descerebrado que acelera cada vez que le queremos adelantar, etc.

Es aquí donde me gustaría aclarar algo, existen muchas normas de circulación que están muy bien pensadas para situaciones hipotéticas perfectas, esto es, todo el mundo las cumple, y las señalizaciones y el estado de la vía y de la circulación es el correcto. Por desgracia no es siempre así, y se da la paradoja de que el cumplimiento riguroso de una norma de circulación puede poner en peligro a las personas (veremos algunos ejemplos en algunos de los capítulos), en mi caso, la elección siempre está tomada de antemano para salvaguardar a las personas, con ello no quiero decir que tengamos que incumplir las normas de circulación, lejos de mí cualquier intención al respecto, pero sí debemos mentalizarnos desde ahora que un buen conductor hace lo correcto en todo momento, y no debemos condicionarnos por las normas cuando está en juego la seguridad.

Claro está que nadie nace sabiendo y la mayoría de nosotros pasamos por diferentes etapas de aprendizaje, para el caso de la conducción de un automóvil podríamos hablar de estadios o situaciones por las que pasamos la mayoría de nosotros;

En un primer estadio tras el paso por la autoescuela, como hemos dicho, conocemos las normas de circulación y hemos aprendido a mover el vehículo. Yo recomiendo que a nuestros hijos u otros familiares menores de 18 años que tengan inquietud por la conducción, les dediquemos un poco de tiempo y les dejemos empezar a practicar con nosotros, lógicamente en lugares apropiados para ello.

El siguiente escalón o estadio se produce cuando alcanzamos un cierto dominio de nuestro vehículo y hemos mejorado nuestra “aptitud” para controlarlo. He de decir que esta etapa es quizá la más peligrosa, ya que muchos se confían, y debido a la falta de experiencia y de una actitud más madura, deben enfrentarse a sus primeros accidentes.

Tras algunas experiencias enriquecedoras, como rallajos y abolladuras, rellenar algunos partes de pequeños accidentes y pasar por el chapista, empezamos a reflexionar y a forjar una nueva “actitud”, nos damos cuenta que aparte de controlar nuestro coche, debemos controlar las situaciones y a los demás conductores, empezamos a tener verdadera soltura a la hora de conducir.

Lógicamente existen multitud de situaciones que se nos pueden presentar y que desconocemos, sólo con el paso de los kilómetros iremos adquiriendo experiencia y a desarrollar nuestro propio método, aunque lo hagamos de forma inconsciente.

Para todos los estadios nos pueden venir muy bien los consejos de un conductor experimentado, lo que ocurre es que únicamente recurrimos a ellos en las primeras etapas, y es inusual que nos transmitan un “método de conducción” fruto de muchos años y cientos de miles de kilómetros recorridos, bien por que ni siquiera estos conductores experimentados se han parado a pensar en sus propios conocimientos, o por la dificultad para transmitirlos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Accidentalidad; causas y efectos

Creo que todos hemos oído bastante éste termino en los últimos tiempos, y cada Director General de Tráfico que se encuentra con el problema entre sus manos y hace lo que puede, algunos mejor que otros, pero casi siempre a costa de los propios conductores, a base de sanciones, reducciones de velocidad, radares, etc..

Los datos con los que se justifican los resultados de las encarnizadas operaciones salida y retorno de puentes y vacaciones son siempre los mismos. Excesos de velocidad, el no llevar puestos el cinturón de seguridad, el dichoso alcohol, las imprudencias, y demás. Sí, todo eso es cierto, y viendo lo que se cuece en las carreteras españolas, no hay mas muertos por que Dios no quiere; yo cada vez que salgo en esas fechas a la carretera se de antemano con toda seguridad que voy a presenciar escenas de peligro.

Sobre este tema yo tengo mis propias conclusiones, yo iría mucho más tranquilo con un conductor experimentado circulando a velocidades muy por encima de las permitidas, que acompañando a un mayor de 74 años en un microcoche circulando de noche por el arcén a 40 km/h. Si es cierto que muchos accidentes se producen por exceso de velocidad, y en efecto esa es la causa última, la causa principal es que ese conductor no “controlaba” lo suficiente para circular a esa velocidad.

Hoy en día es pecar de ingenuidad pensar que con los automóviles que nos venden vamos a circular a 90 km/hora o 120 km/hora por autovía, ya que algunos nos ofrecen unos niveles de seguridad y bienestar a 160 km/hora equivalente a modelos de hace escasos años circulando a 90 km/hora. El alcohol y las drogas es un problema que sobrepasa lo que es la accidentalidad vial, y pensar que los demás conductores no van a cometer errores e imprudencias es sencillamente de ilusos.

La conclusión que podemos sacar de todo esto es que las causas nos sobrepasan, que la actuación de la Administración es de tipo estructural o inoperante, como en muchos otros problemas de nuestra sociedad actual, y que estamos solos ante nuestro volante cada vez que cogemos nuestro automóvil.

Sobre “accidentalidad” existe mucha bibliografía, estadísticas, estudios, conferencias nacionales e internacionales y toda la parafernalia que lo acompaña, como organismos oficiales, asociaciones de conductores, observatorios destacados, fundaciones, etc…. Pero a cada uno de nosotros ¿qué nos interesa saber sobre accidentalidad?, o mejor ¿hay alguna información que nos ayude a evitar que suframos un accidente?.

No está de más conocer algunas estadísticas sobre accidentes, por tipo de vía, tipo de accidente, por edades, por tipo de vehículo, etc.., para ello podemos consultar el informe que anualmente facilita la Dirección General de Tráfico sobre “Accidentes mortales en carretera a 24 horas” o “Principales cifras de la siniestralidad vial”, pero bajo mi punto de vista, y haciendo un análisis un poco más científico, existen ciertos factores que son comunes a cualquier accidente de circulación, a saber:



Las circunstancias concurrentes previas a la situación de riesgo. Está claro que si circuláramos completamente solos por una autovía de 3 carriles, en un día soleado, bien descansados, con nuestro vehículo en perfectas condiciones y a una velocidad de 60 km/h, a todos nos extrañaría que tuviéramos un accidente ¿no?. Ahora bien, si circuláramos de noche por un puerto de montaña a altas horas de la madrugada, sin dormir, con niebla, con placas de hielo y con los neumáticos desgastados, no sería de extrañar que tuviéramos algún problema.

El desencadenante podríamos decir que es la llama que enciende la mecha, imaginemos que encontrándonos en esa situación comprometida descrita en el párrafo anterior, debemos efectuar un frenazo ante un imprevisto, como un coche parado, el cruce de un animal u otra circunstancia; el accidente está en marcha, por ejemplo con de derrape

Pues bien, el siguiente paso es ver lo que ocurre durante el transcurso del accidente; en algunos casos el conductor pasará a formar parte de la masa de su vehículo sin otra posibilidad que cerrar los ojos y encomendarse a quien mejor crea, en otros casos será de crucial importancia la maniobra que efectúe el conductor para ver el desenlace final.


Veamos algunos ejemplos.

CIRCUNSTANCIAS
CONCURRENTES
DESENCADENANTE

TRANSCURSO DEL
ACCIDENTE
Lluvia y barro
Frenar a la entrada de una curva
Derrape y salida de la vía
Exceso de velocidad
Cruce de carril de un tercero
Colisión y salida de la vía
Caravana
Frenazo en cadena
Salida de la vía por esquivar la colisión
Poca potencia para adelantar
Vehículo de frente a gran velocidad
Intento de esquivar y colisión frontal
ELEMENTOS   CAUSALES
DESENLACE

Como vemos, hasta llegar al desenlace de un accidente tienen que presentarse cronológicamente todas las etapas anteriores (elementos causales), las cuales suelen pasar desapercibidas al conductor, la conclusión es lógica; si evitamos alguna de las etapas, o reducimos su importancia, podemos evitar el accidente. También es de gran importancia la experiencia y la pericia del conductor durante el desenlace, ya que si actuamos correctamente durante el accidente podemos reducir las consecuencias.

En conducción activa:

- Adaptamos nuestra conducción para evitar las “circunstancias concurrentes”, por ejemplo, aumentamos o minoramos la velocidad para no circular en caravana.

- Controlamos los posibles “desencadenantes”, por ejemplo, nos hacemos ver antes de comenzar una maniobra de adelantamiento.

- Si llega a darse el caso, seguimos unos patrones de conducción durante el “transcurso del accidente”, por ejemplo, en situaciones complejas, esquivar antes de frenar.

Lo que yo denomino conducción activa se encuadra en un enfoque de la conducción que podríamos llamarle “enfoque del desempeño o de la especialización”, frente al enfoque convencional o “enfoque estructural” que nos llega desde la Administración y la Sociedad.

ENFOQUE ESTRUCTURAL

ENFOQUE DEL DESEMPEÑO
Esperar mejoras estructurales y técnicas
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Especialización en la conducción
Respeto estricto normas de circulación
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Dominio de las situaciones
La seguridad depende de los demás, o del conjunto
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La seguridad depende de nosotros

Cotas de supervivencia según estadísticas
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Altas cotas de supervivencia
  


                    CONDUCCION PASIVA                                      CONDUCCION ACTIVA

Como vemos, en el enfoque del desempeño nuestra seguridad no la dejamos en manos de terceros, como la Administración u otros conductores, por contra, somos nosotros los que tomamos las riendas de nuestras situaciones al volante.
Para conseguirlo, es necesario adquirir habilidad, experiencia, ya sea propia o transmitida por otros, y lo más importante, cambiar nuestra actitud.