sábado, 6 de noviembre de 2010

Introducción

He tenido que cumplir suficientes años para darme cuenta de lo preciada y maravillosa que es la vida y de su enorme fragilidad. A pesar de ello, muchos de ustedes serán de los que piensan que la vida hay que vivirla de forma intensa para que merezca la pena, y no seré yo quien les diga lo contrario, pero estarán de acuerdo conmigo en que hay pocas cosas con menos sentido que perderla en un accidente de tráfico.

El automóvil, un mal necesario de nuestro tiempo que ha contribuido a mejorar nuestra calidad de vida, es hoy una de las principales causas de mortalidad en los países que se autodenominan “civilizados”, aunque no creo que esta sea una manera muy “civilizada” de morir. Si a esto le añadimos la cantidad de personas que quedan marcadas por esos accidentes y que no figuran en las estadísticas, véase heridos con secuelas físicas, viudos, huérfanos, padres desconsolados,…., nos podremos hacer idea de la magnitud del problema, en resumen un auténtico drama humano que nuestra sociedad tan “civilizada” se encarga de barrer y esconder bajo la alfombra.

No quiero que se me malinterprete, aunque resulte paradójico por lo que acabo de decir, nadie más apasionado que yo por el mundo del motor, al fin y al cabo el automóvil no deja de ser un exponente de los logros de la ingeniería y por tanto, de la inteligencia humana, tampoco hay que desdeñar la sensación que obtenemos desplazándonos a unas velocidades que nuestra propia naturaleza nos ha negado.

Hace poco oí por la radio que a un elevado número de conductores - cuando me refiero a los conductores lo hago de forma genérica, esto es, a conductoras y conductores, no me parece correcto estar repitiendo como una cacatúa el genero femenino y masculino – se les hace muy cuesta arriba lo del coche, y tener que conducir les produce estrés y ansiedad.

Debido a mi situación familiar y profesional he tenido que utilizar el automóvil mucho mas de lo habitual, esto, unido a que soy una persona a la que le gusta conducir, que cuento con una formación técnica y soy buen observador (al menos para los temas que me interesan), me ha proporcionado un buen “saber estar” en la conducción del automóvil, lo que me ha llevado a pensar que todo lo aprendido podría serle útil a otras personas.

Siempre he sido un negado para jugar al fútbol, aunque que siempre he estado practicando algún deporte para mantenerme en forma, mi principal problema en esta disciplina ha sido el no “saber estar” en el campo; por muy buen toque de balón que tengas – que no es mi caso- y por mucho que corras, no te sirve de nada si no estás en el sitio que tienes que estar para recibir un balón, algo así pasa con la conducción de un automóvil, y probablemente esa sea una de las principales causas del malestar al volante de algunos conductores, todo ello unido lógicamente al factor riesgo existente.

No creo que nadie dude a estas alturas del elevado factor riesgo que existe en nuestras carreteras. Los políticos siguen achacando gran parte de la culpa a los propios conductores, al alcohol, a la falta de educación vial, a las carreteras (esto último en menor medida, debido a los votos) y a no se cuantas cosas más, y nos les falta razón, pero la solución a todos esos problemas está muy lejos de solucionarse, así que una postura inteligente a mi juicio es centrarnos en sobrevivir. Dado la cantidad de factores que intervienen en nuestra seguridad al volante hay una única alternativa, lo que yo denomino “la conducción activa”, les puedo asegurar que ésta forma de conducir ha salvado la integridad de mi vehículo y la mía propia en no pocas ocasiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario