Creo que todos hemos oído bastante éste termino en los últimos tiempos, y cada Director General de Tráfico que se encuentra con el problema entre sus manos y hace lo que puede, algunos mejor que otros, pero casi siempre a costa de los propios conductores, a base de sanciones, reducciones de velocidad, radares, etc..
Los datos con los que se justifican los resultados de las encarnizadas operaciones salida y retorno de puentes y vacaciones son siempre los mismos. Excesos de velocidad, el no llevar puestos el cinturón de seguridad, el dichoso alcohol, las imprudencias, y demás. Sí, todo eso es cierto, y viendo lo que se cuece en las carreteras españolas, no hay mas muertos por que Dios no quiere; yo cada vez que salgo en esas fechas a la carretera se de antemano con toda seguridad que voy a presenciar escenas de peligro.
Sobre este tema yo tengo mis propias conclusiones, yo iría mucho más tranquilo con un conductor experimentado circulando a velocidades muy por encima de las permitidas, que acompañando a un mayor de 74 años en un microcoche circulando de noche por el arcén a 40 km/h. Si es cierto que muchos accidentes se producen por exceso de velocidad, y en efecto esa es la causa última, la causa principal es que ese conductor no “controlaba” lo suficiente para circular a esa velocidad.
Hoy en día es pecar de ingenuidad pensar que con los automóviles que nos venden vamos a circular a 90 km/hora o 120 km/hora por autovía, ya que algunos nos ofrecen unos niveles de seguridad y bienestar a 160 km/hora equivalente a modelos de hace escasos años circulando a 90 km/hora. El alcohol y las drogas es un problema que sobrepasa lo que es la accidentalidad vial, y pensar que los demás conductores no van a cometer errores e imprudencias es sencillamente de ilusos.
La conclusión que podemos sacar de todo esto es que las causas nos sobrepasan, que la actuación de la Administración es de tipo estructural o inoperante, como en muchos otros problemas de nuestra sociedad actual, y que estamos solos ante nuestro volante cada vez que cogemos nuestro automóvil.
Sobre “accidentalidad” existe mucha bibliografía, estadísticas, estudios, conferencias nacionales e internacionales y toda la parafernalia que lo acompaña, como organismos oficiales, asociaciones de conductores, observatorios destacados, fundaciones, etc…. Pero a cada uno de nosotros ¿qué nos interesa saber sobre accidentalidad?, o mejor ¿hay alguna información que nos ayude a evitar que suframos un accidente?.
No está de más conocer algunas estadísticas sobre accidentes, por tipo de vía, tipo de accidente, por edades, por tipo de vehículo, etc.., para ello podemos consultar el informe que anualmente facilita la Dirección General de Tráfico sobre “Accidentes mortales en carretera a 24 horas” o “Principales cifras de la siniestralidad vial”, pero bajo mi punto de vista, y haciendo un análisis un poco más científico, existen ciertos factores que son comunes a cualquier accidente de circulación, a saber:
Las circunstancias concurrentes previas a la situación de riesgo. Está claro que si circuláramos completamente solos por una autovía de 3 carriles, en un día soleado, bien descansados, con nuestro vehículo en perfectas condiciones y a una velocidad de 60 km/h, a todos nos extrañaría que tuviéramos un accidente ¿no?. Ahora bien, si circuláramos de noche por un puerto de montaña a altas horas de la madrugada, sin dormir, con niebla, con placas de hielo y con los neumáticos desgastados, no sería de extrañar que tuviéramos algún problema.
El desencadenante podríamos decir que es la llama que enciende la mecha, imaginemos que encontrándonos en esa situación comprometida descrita en el párrafo anterior, debemos efectuar un frenazo ante un imprevisto, como un coche parado, el cruce de un animal u otra circunstancia; el accidente está en marcha, por ejemplo con de derrape
Pues bien, el siguiente paso es ver lo que ocurre durante el transcurso del accidente; en algunos casos el conductor pasará a formar parte de la masa de su vehículo sin otra posibilidad que cerrar los ojos y encomendarse a quien mejor crea, en otros casos será de crucial importancia la maniobra que efectúe el conductor para ver el desenlace final.
Veamos algunos ejemplos.
Veamos algunos ejemplos.
CIRCUNSTANCIAS CONCURRENTES | DESENCADENANTE | TRANSCURSO DEL ACCIDENTE |
Lluvia y barro | Frenar a la entrada de una curva | Derrape y salida de la vía |
Exceso de velocidad | Cruce de carril de un tercero | Colisión y salida de la vía |
Caravana | Frenazo en cadena | Salida de la vía por esquivar la colisión |
Poca potencia para adelantar | Vehículo de frente a gran velocidad | Intento de esquivar y colisión frontal |
ELEMENTOS CAUSALES | DESENLACE |
Como vemos, hasta llegar al desenlace de un accidente tienen que presentarse cronológicamente todas las etapas anteriores (elementos causales), las cuales suelen pasar desapercibidas al conductor, la conclusión es lógica; si evitamos alguna de las etapas, o reducimos su importancia, podemos evitar el accidente. También es de gran importancia la experiencia y la pericia del conductor durante el desenlace, ya que si actuamos correctamente durante el accidente podemos reducir las consecuencias.
En conducción activa:
- Adaptamos nuestra conducción para evitar las “circunstancias concurrentes”, por ejemplo, aumentamos o minoramos la velocidad para no circular en caravana.
- Controlamos los posibles “desencadenantes”, por ejemplo, nos hacemos ver antes de comenzar una maniobra de adelantamiento.
- Si llega a darse el caso, seguimos unos patrones de conducción durante el “transcurso del accidente”, por ejemplo, en situaciones complejas, esquivar antes de frenar.
Lo que yo denomino conducción activa se encuadra en un enfoque de la conducción que podríamos llamarle “enfoque del desempeño o de la especialización”, frente al enfoque convencional o “enfoque estructural” que nos llega desde la Administración y la Sociedad.
ENFOQUE ESTRUCTURAL | ENFOQUE DEL DESEMPEÑO | |
Esperar mejoras estructurales y técnicas | < - > | Especialización en la conducción |
Respeto estricto normas de circulación | < - > | Dominio de las situaciones |
La seguridad depende de los demás, o del conjunto | < - > | La seguridad depende de nosotros |
Cotas de supervivencia según estadísticas | < - > | Altas cotas de supervivencia |
CONDUCCION PASIVA CONDUCCION ACTIVA
Como vemos, en el enfoque del desempeño nuestra seguridad no la dejamos en manos de terceros, como la Administración u otros conductores, por contra, somos nosotros los que tomamos las riendas de nuestras situaciones al volante.
Para conseguirlo, es necesario adquirir habilidad, experiencia, ya sea propia o transmitida por otros, y lo más importante, cambiar nuestra actitud.
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